La saviesa dels nous Quixots

Amb aquestes paraules de Federico Mayor Zaragoza vull iniciar una nova secció dedicada a donar a conèixer els pensaments d'aquelles persones que ens ajuden a fer real la utopia amb les seves paraules, escrits i accions. Gent que ens inspira, promovent un món més just i una nova humanitat.

Hay que ser realistas, se nos recomienda. No. Mis ojos han tenido ocasión de ver ya mucho. Y nunca vieron a un “realista” hacer nada relevante. Los realistas nunca transformarán la realidad, porque la aceptan, porque renuncian a intentar cambiarla, porque promueven el sin-remedismo y la indiferencia en lugar de la tensión humana, de la pasión, de la compasión.(…) Es necesario el amor, la alteridad, el ser “nos-otros”, sin cesar, para que surja al fin, el manantial tan procurado, tan soñado.
La utopía termina donde empieza el dogma, la “inspiración divina”, la imposición fanática, la arrogancia, la intransigencia...y la resignación, la obediencia ciega, la "adhesión inquebratantable" . Y silencio. Silencio cuando se tortura. Silencio cuando se amplían las brechas en lugar de reducirlas. Silencio cuando se degradan el aire y el mar. Silencio. Silencio cuando se corrompe. Cuando se abusa. Silencio.
No es desde la inercia, desde la rutina, desde la monotonía de donde saldran las ideas que pueden reverdecer tantas cosas agostadas, abrillantar tantas otras hoy ensombrecidas, despertar las ahora ensombrecidas, reanimar otras tan cansadas. Es "sacando fuerzas de flaquezas", es contando con la fuerza creadora que puede suceder lo inesperado. Lo inesperado, nuestra esperanza. Lo inesperado, como el prisionero Nelson Mandela, que en lugar de fermentar odio y venganza en las celdas en las que se le retiene por el sólo delito de su piel morena, dibuja en el aire del mañana de su pueblo brazos abiertos de todos los colores. Y, con la complicidad de Frederick de Clerck, convierte en realidad la utopía de eliminar el abominable "apartheid racial". Utopía como compromiso personal. Éste es el sentido.
Aunque haga viento y frío, hay que sembrar. Sembrar sin arredrarse. Sembrar y recordar, sobre todo a los más jóvenes, que es cierto que buena parte de la semilla, por las condiciones del suelo o del tiempo o de otras adversidades, no llega a fructificar. Es cierto. Pero también lo es que sólo hay un fruto que nunca cosecharemos: el de las semillas que no tuvimos el coraje de plantar. Sólo sembrando cada día semillas de concordia y de amistad podrán tener lugar las metamorfosis que tanto apremian en estos albores de siglo y de milenio.
Y a quienes nos digan que luchar cada día en favor de la dignidad humana no sirve para nada, que nunca lograremos nuestros propósitos, que los imposibles hoy seguirán siendo imposibles mañana, les responderemos, como Don Quijote a su escudero: “¿Qué te parece ésto, Sancho? ¿Hay encantos que valgan contra la verdadera valentía? Bien podrán los encantadores quitarme el éxito, pero no el esfuerzo y el ánimo”.
Fragments d'un discurs que Federico Mayor Zaragoza sota el tema “Utopía y política. Los nuevos Quijotes” llegit al Foro Mundial de Porto Alegre del 2005. Podeu trobar el text complert a:

Comentaris

Anònim ha dit…
Que bonic aquest text! Si no h haguessin utòpics, encara seríem a l'edat de pedra. Ens fan falta de s de sempre, però cada cop més.

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